
Quien se pone un reto encuentra un motivo para seguir adelante, para seguir mirando a la vida a los ojos, para no caer en el pozo de la monotonía. A menudo nos asaltan las dudas de lo que pudimos haber sido y esta duda suele ser tormentosa cuando llegamos a creer que el yo ficticio podría haber sido mejor que el yo real. Es entonces cuando la peonza deja de girar y necesitamos encontrar la fuerza para volverla a lanzar al suelo. Para ello necesitamos un motivo, un reto, una pasión.
Mi reto, más allá de su incumplimiento, promete llevarme al límite de lo que hasta ahora he desconocido. Cada reto es un paso más para seguir viviendo. Cada paso es un motivo para seguir aprendiendo. Y en el aprendizaje vital encontramos los lugares comunes donde perduran todos los recuerdos. Quien sepa revivirlos con entusiasmo y pasión, habrá cumplido gran parte de sus retos.
Mi reto, más allá de su incumplimiento, promete llevarme al límite de lo que hasta ahora he desconocido. Cada reto es un paso más para seguir viviendo. Cada paso es un motivo para seguir aprendiendo. Y en el aprendizaje vital encontramos los lugares comunes donde perduran todos los recuerdos. Quien sepa revivirlos con entusiasmo y pasión, habrá cumplido gran parte de sus retos.
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