jueves, 25 de septiembre de 2014

Familia

La familia es el lugar común donde encontramos añoranza, cariño y planificación. Cada familia es un mundo y cado mundo es lugar donde conocer los parajes más misteriosos. El tiempo establece los hábitos, las complicidades y las anécdotas. Más allá de los defectos, sabemos reconocernos en compañía y sabemos que, aunque una lágrima asome en la mirada, siempre existirá un plan pendiente de cumplir. Es la ilusión de querer vivir día a día.

Cuando uno entra en una familia que no es la suya existe el temor al rechazo, al no saber encajar las bromas, a desconocer las costuras por las que se pueda romper una conversación. Las expectativas, sobre tí, siempre son altas, porque eres el novio de su hija y ellos no van a dejar que su hija se enamore de cualquiera. O eso quieren creer. El primer contacto suele ser frío, por más que te empeñas en poner toda la leña en la chimenea. Es como una examen tipo test en el que lo que más importa es no escoger la respuesta equivocada.

Una vez que conoces la piscina y te agrada la temperatura del agua, puedes sumergirte sin peligro y con disfrute hacia el fondo para bucear en total confianza. Estando en familia, cada uno encontramos el lugar en el que desenterrar nuestros secretos, relatar las confidencias y derrochar los nervios acumulados para convertirlos en carcajada. Un fin de semana en familia es una terapia perfecta para olvidar todos los problemas, para escapar de ese día a día que nos atrapa y que nos convierte en seres solitarios. Seres que un día abren la puerta para escapar y encuentran el calor de una familia esperando a convertirse en el refugio que estabas buscando.

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