martes, 23 de marzo de 2021

Bicicleta

Las crisis de los cuarenta requieren medicina tradicional contra añoranzas complejas. Uno sabe que no volverá a ser joven y, aún así, echa de menos ciertos momentos de su infancia en los que fue feliz y, sobre todo, libre. Porque en aquellas tardes con mi vieja BH California descubriendo caminos y encontrando atajos, encontré momentos de reencuentro que no he vuelto a tener de la misma manera. Así, a medida que la California terminaba en la chatarrería y la primera Mountain Bike terminaba en el olvido, fui convirtiéndome en adulto apegado al paso pero alejado del pedal. Por ello, cuando Pablo aprendió a montar en bici y empezó a manejar con soltura su bicicleta nueva, supe que, para que él pudiese aprender a ser un niño feliz, necesitaba que yo le descubriese caminos y le hiciese encontrar atajos. Por eso he vuelto a comprarme una bici y, aunque tengo la espalda quebrada y el culo demasiado tierno, he disfrutado como un enano recorriendo caminos de antaño y descubriendo nuevas rutas por los confines de Getafe. Y es que nunca es tarde para regresar a la infancia.

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