lunes, 8 de marzo de 2021

No hace falta el 8-M

Después de un año repleto de manifestaciones indignas, el delegado del gobierno de Madrid prohibió las manifestaciones para el día 8 de marzo. La decisión, que debía haber sido ejemplarizante por objetividad, se convirtió en discriminante por subjetividad, porque al igual que las mujeres hoy, muchos de los que hasta ayer habían salido a la calle, deberían haberse quedado en sus casa alertados por una situación sanitaria que se ha llevado un puñado de miles de vidas como si de una guerra se tratase.

Pero esta guerra, más allá del virus, es contra una forma de pensar que esquilma los cánones establecidos. Porque la cultura general de este país habla de supremacía masculina, de obligaciones distintas según el sexo y, sobre todo, de impunidad ideológica a la hora de tratar a las mujeres como tal. Ya no hablamos de desigualdades en materia de posiciones, sueldos y reconocimientos, que son graves, hablamos de detalles tan importantes como el miedo y la necesidad de proteger a la mujer frente a la incultura y una educación dirigida a tratarlas como un ser inferior.

El sábado por la noche, durante la previa a la entrega de los premios Goya, se coló en el directo de Facebook de Televisión Española la conversación de dos tipos, imagino que corresponsales de prensa, opinando sobre la delgadez, la fealdad y las pintas de puta de algunas de las actrices participantes en la gala. Esta noche, para no ir más lejos, una panda de intolerantes se han dedicado a borrar, a base de brochazos, el mural feminista que adornaba las paredes de Ciudad Lineal. Y después de todo esto, aún vienen a decirte que no es necesario el 8-M.

Son sólo dos ejemplos, pero es su forma de hacernos ver que no toleran los gritos de libertad y que para ellos igualdad es superioridad, porque nunca van a comprender que feminismo es equiparación y no supremacía. Porque supremacía es lo que la historia ha otorgado al hombre por encima de la mujer sólo por una cuestión de género. Y aquí no hablamos de fuerza, ni de habilidad, ni de capacidades físicas, hablamos de personas y, sobre todo, hablamos de derechos, de todos aquellos intangibles que siguen siendo tabús asociados en femenino pero muestras de hombría asociados en masculino.

Mándales a la mierda cuando te digan que no hace falta el 8-M.

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