
Pero no hubo reacción. La ONU, comisión internacional con voz y voto, declaró ilegítimo el ataque y los tres amigos del Atlántico se pasaron la orden por el forro. Pasaron los años y el tipo que ganó en España y abandonó la partida se ve preso de un foco de atención que muchos quieren dibujar como un conflicto semejante a aquel.
Hoy, la oración gramatical ha quedado eclipsada por una declaración de intenciones; en Libia hay un tipo que ha amenazado con cortar tantas cabezas como pueda. Entrando en lo espinoso del asunto, resulta difícil comparar un contexto con otro. Aquella vez un tipo que jugaba a ser dueño del mundo buscaba compañeros para su partida de Risk. Ahora, la misma ONU que ilegitimó aquella acción pide respuesta contra Gadafi. Si formamos parte de la OTAN no es para quedarnos con los brazos cruzados ante una resolución. Si formamos parte de la ONU no podemos entrar en debates morales cuando nos piden participación. Son precios que hay que pagar. Hay sapos que hay que tragar.