jueves, 3 de marzo de 2011

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Dicen que la media de vida de un blog es de tres meses. Cuentan que es el tiempo que dura la efervescencia del creador y la ilusión por conseguir que su trabajo sea valorado. Como somos tipos anónimos no podemos creer que en un solo día de vida nuestro espacio se convierta en bitácora de cabecera para la opinión pública. Pasada la fiebre y la ilusión, los enlaces se pierden en internet como una bolsa de plástico que vaga con el viento hasta encontrar el mar. Es por ello que me sorprende comprobar que, con esta, son cien las entradas que llevo en este blog de cotidianidad y excaso interés público. Quizá sea porque no me moleste en absoluto ser un ciudadano anónimo cuyos problemas y vicisitudes no abarcan las preocupaciones de más de dos o tres personas. Ellas son las que me leen y con eso me conformo.

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