
Yendo hacia lo que nos compete, recuerdo que el día que me quedé tirado por la nieve, casi juré que no volvería a conducir bajo los blancos copos invernales. Fue un juramento en falso. Un par de años después he cogido el coche y me he presentado en Azuqueca de Henares bajo una nevada digna del estado de Alaska. De haberme quedado tirado aquí, con Sagrario y mis padres en Urda, con Manuel manco y Albero de canguro, es posible que me hubiesen tenido que venir a rescatar los bomberos. Otra solución no hayo. He pasado miedito.
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