
No me gusta demasiado Ciudadanos. Lo veo en demasía como una marca blanca del PP como para tener confianza en tipos que pregonan un concepto de política muy alejado de mis ideales. No me gustan sus adeptos y, sin embargo, creo que su aparición es un soplo de aire a una política podrida por la costumbre y disociada por la falta de tacto con el ciudadano.
El ascenso popular de estos dos partidos ha puesto tan nervisosos a los dos de siempre que no han escatimado en medios para poner en marcha la maquinaria mediática. Durante meses tirando balones fuera en los casos de flagrante corrupción y depreciación del Estado de Bienestar y ahora poniendo en jaque a una formación política por un papel en una beca o por una declaración complementaria. Tienen tanto miedo que no dudan en tirarse al barro para pelear. Saldrán manchados de mierda y, seguramente, victoriosos. El fin justificará los medios y la democracia seguirá tan devaluada como los valores en este puñetero país.
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