viernes, 16 de noviembre de 2018

Sin Facebook

Pues de la noche a la mañana me he quedado sin cuenta de Facebook. Es cierto que me habían avisado, en alguna ocasión, de que podrían tomar alguna medida, pero nunca imaginé que esta fuese tan drástica.

Rebobino hacia el principio para explicarlo todo. Hace más de tres años que administro, asociada a mi cuenta, una página de fútbol. Nunca tuve intención de hacerme famoso ni sacar beneficio alguno de ella; tan sólo era una manera de llenar mi pasión por este deporte y compartirlo con quien quisiera verlo. Nada más. Hace unos meses descargué un vídeo que colgué en la página y que, según me informaron, violaba la propiedad individual de alguien. Me parece bien. Elimino el vídeo y sigo hacia adelante. Acato. Nunca he apelado nada, siempre lo he acatado todo.

El mes pasado me ocurrió lo mismo. Esta vez, como la anterior, era un vídeo correspondiente a un lance de un partido antiguo; nada de novedad, soy muy amante del fútbol clásico. Y vuelta a empezar. Otra vez lo mismo. Esta vez, como castigo, me bloqueron la actividad durante tres días. Yo tenía acceso a mi cuenta pero no podía dar ni a un pírrico "me gusta". Vale, lo acepto. Pero me pregunto por qué tanto castigo. Nunca fui con intención de dañar a nadie, nunca fui soez ni publiqué contenido violento. Nunca, jamás, ni desde mi cuenta ni desde mi página, le he faltado el respeto a nadie. De hecho, si algo me llenaba de orgullo de mi actividad dentro de la red social, es el foro de debate respetuoso que se había generado en los comentarios de mi página. Ciento ochenta seguidores iban ya.

Todo hasta este último sábado. El Atleti le remontó un partido al Athletic y recordé que, hace un par de años, Berizzo, siendo entrenador del Celta, también perdió en el Calderón de idéntica manera. Me resultó interesante la comparación y descargué un vídeo con los goles de aquel partido. Lo colgué en mi página, con toda mi buena intención, y escribí lo siguiente: "No es la primera ve que Berizzo pierde así un partido contra el Atleti. Probablemente, las dos veces, de forma inmerecida".

Pues ahí se acabó todo. El domingo por la mañana recibí una notificación en la que se me indicaba que el vídeo había sido denunciado por la Liga de Fútbol Profesional ya que los derechos de autor correspondían a ellos pese a que en las redes lo había subido otro usuario. Usuario que en ningún momento me ha denunciado y al que pido disculpas desde aquí si se ha sentido ultrajado, algo que, bajo ningún concepto, era mi intención. Me bloquearon tres días en los que tuve acceso a mi cuenta pero no pude tener actividad, pero cuán mayor fue mi sorpresa cuando, el miércoles por la noche, al intentar accedera a mi cuenta, me comunicaron que la misma había sido inhabilitada.

Sorprendido, busco una solución y Facebook me conduce hacia un formulario de reclamación. La respuesta que recibo del mismo es que se acabó todo, que me habían avisado, que lo acepte y que ya no tengo acceso a Facebook. Me hacen polvo. Allí tengo mi principal fuente de información, muchos años de fotos, comentarios, publicaciones y comunicaciones con muchos de mis contactos y, sobre todo, tengo tres años y medio de trabajo en una página en la que puse toda mi ilusión y todas mis ganas. Pero parece que no tengo nada que hacer.

Sofocado, me genero una nueva cuenta con una dirección de correo diferente y una nueva contraseña. Todo va bien durante unas horas; agrego a mis contactos, doy me gusta a las publicaciones que más frecuentemente visitaba y me acuesto cabreado pero sabiendo que me tengo que ver obligado a empezar de nuevo.

Pero tampoco. El jueves por la mañana abro mi nuevo perfil y... ¡Sorpresa! Me comunican que mi nueva cuenta, en la que aún no he publicado nada, ni un mísero "Buenas noches", también ha sido inhabilitada, y esta vez sin explicación alguna.

Y así estoy, plantado y sin Facebook. No les voy a rogar más. Si algún día tienen la consideración de devolverme alguna de mis cuentas, seguiré mi actividad porque tengo la conciencia bien tranquila; ni he ofendido a nadie ni me he lucrado a costa de nadie. Y si no me quieren devolver mis cuentas pues con su gloria se queden.

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