miércoles, 20 de noviembre de 2019

La sentencia de la vergüenza

Casi mil millones de dinero público. Casi mil millones que se podrían haber invertido en salud, educación, pensiones o seguridad ciudadana. Casi mil millones de los impuestos que los andaluces y el resto de españoles han estado pagando religiosamente para mantener el estado de bienestar. Casi mil millones de euros despilfarrados en chiringuitos, mamandurrias y juergas con putas y drogas incluidas. Todo muy educativo.

Se extrañará aún, el PSOE, de haber perdido la confianza del electorado en Andalucía. Se extrañará, más aún, si al calor de la noticia, saliera otra encuesta de esas cocinadas en el CIS y les dijese que han perdido la confianza del electorado en el resto de España. Porque la confirmación de que un partido político, sea la rama del mismo que sea, es corrupto suele cabrear en demasía a la ciudadanía. Y los españoles, que somos de castigar en las urnas, gustamos de decir, a parte de que nos gusta más una bandera que una golosina, que no nos gusta un pelo que nos roben.

La política, en cuanto dejó de convertirse en vocación (si es que alguna vez lo fue), pasó a ser un lugar de encuentro entre sinvergüenzas e interesados en el que acordaron repartirse los dividendos y obtener los mayores réditos posibles. El problema es cuando, pese a robar al pueblo, consigues activar el modo demagogia y llegas a convencer a los votantes que lo tuyo no fue por deshonor sino por necesidad. Todos lo hacen. Cuando el ciego es gobernado por un tuerto, cualquier rey es válido. Cuando el que gobierna se cree un pastor entre un rebaño de borregos, es cuando nace la necesidad de creerse amo y dueño del cortijo. Tantos años al frente de una institución solamente generan aires de grandeza. Y cuánto más grande te crees, más pequeños crees que son tus súbditos.

La sentencia de los ERE deja al descubierto dos cosas: Se creían los dueños y nos tomaban por tontos. Podemos agradecer, al menos, que sigan existiendo jueces independientes. De esos que, a día de hoy, se están convirtiendo en una especie en peligro de extinción.

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