
El invento se trataba de una pasta viscosa que parecía más un moco que otra cosa. Verlo daba grima pero tocarlo, al final, se convertía en divertido. La masa se escurría por los dedos y los brazos en nuestro intento por conseguir una forma aunque fuese amorfa. Aquello no era posible pues no se trataba de nada moldeable. Así pues, no dejaba de ser una pasta sin estabilidad y de la que nos terminábamos cansando cuando ya habíamos manchado todos los muebles de la habitación con la consiguiente mirada de enfado de nuestras madres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario