martes, 10 de abril de 2012

Semana Santa

La Semana Santa en Urda es una procesión colmada de tambores que tañen al aire sonidos de reverberación, es un paso lento y una vista rápida, es santiguar la imagen, soplarle al frío, guardar silencio, apretar una mano y sentir un beso entre la multitud. La Semana Santa en Urda es una docena de churros recién hechos, es un café caliente y un pincho de bacalao en el bar, es un horno de pan caliente, un juego de miradas, un paseo hacia el presente, un regreso al pasado. La Semana Santa en Urda es una torrija empapada en leche caliente, es un hornazo tierno y es azúcar contra el paladar, es un banquete diario, es un potaje a mediodía, es la sonrisa de mi padre con un manojo de espárragos en cada mano, es un cuenco de arroz con leche de los de toda la vida. La Semana Santa en Urda es el sonido del silencio a las once de la noche, es una trompeta rompiendo la monotonía, es el viento que azota los tejados, la lluvia que arremete contra los cristales, el ronquido de una siesta, el sonido de un gol en un partido de media tarde, el crepitar del fuego junto a la familia, el chasquido de unos besos al saludar, el ceño fruncido y la promesa al despedirse. La Semana Santa en Urda es un año en la piel, una cana más en el pelo, una arruga más en la frente, una carne que se pone de gallina ante el sonido de la banda municipal, un canto de alegría en mitad de la tormenta, la sensación de que el tiempo se para y la familia sigue en el mismo lugar de siempre. Volver es necesario porque los reencuentros son parte de nuestra nostalgia y la nostalgia es el recuerdo de la felicidad.

1 comentario:

sagra dijo...

Que bonito nene!! Como me ha gustao! Te sales!