martes, 24 de febrero de 2015

Juego de tronos

"Stanis se ha cargado a Renly". Con ese escueto mensaje telefónico le hice saber a Sagrario mi parecer sobre la destitución de Tomás Gómez al frente del PSM. El partido, otrora socialista, quien sabe si algún día obrero y ya, cada vez menos español, ha entrado en una vorágine autodestructiva que le ha convertido en el hazmerreir de los medios de derechas y de un gobierno que se frota las manos ante la perspectiva de varias legislaturas por delante en las que poder seguir pertrechando sus fechorías.

¿Cuándo comenzó el PSOE su proceso de autodestrucción?

El doce de mayo de 2010 Zapatero, con el rostro compungido, apareció ante el congreso para aprobar un plan de austeridad que chocaba de frente con sus promesas y con sus políticas. Aquel día, Zapatero salvó el cuello gracias al voto a favor de CIU. Duran y Lleida mostró aquel día la responsabilidad de estado que les faltó a todos y cada uno de los diputados del Partido Popular, más ávidos de sangre que del bien de España.

Aquel día, el Zapatero de ojos llorosos debería haberse dirigido a los allí presentes con una declaración firme. "Me obligan. Me voy". La decisión de disolver las Cortes y convocar elecciones anticipadas le hubiese colocado frente al presente como un cobarde, pero el futuro le hubiese considerado un hombre de principios.

Los principios. He aquí la base sobre la que se cimenta cualquier autoridad moral. El PSOE actual, Pedro Sánchez a la cabeza, no es autoridad moral de nadie ni para nadie. Ya no hay principios, no hay oposición, no hay objetivos. No hay programa. Acusan al cielo, se cortan la cabeza entre ellos y se abarcan a una guerra civil que les va destruyendo poco a poco. Y ante el Cortijo andaluz callan como cobardes.

Juego de tronos.

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