miércoles, 16 de enero de 2019

Salvarse por los pelos

En 1809, José I Bonaparte dictó una Real Orden por la cual todos los miembros de los cuerpos de marina, por razones de higiene, debían lucir pelo corto. Aquella ordenanza tuvo muy mala acogida por parte de los marineros quienes, delegando en los almirantes de la armada Manuel Calderón y Manuel Morales, enviaron una carta al consorte que causó su efecto y terminó derogando la norma.
El motivo de la protesta fue que, durante muchos siglos, los marineros utilizaron su pelo largo como un instrumento para salvar sus vidas. Esto era así porque jamás se solicitó como condición fundamental para embarcar la de saber nadar. De esta manera, muchos de los marineros, piratas o mercaderes, caían al agua en el ejercicio de sus maniobras y eran agarrados, por sus compañeros, de los pelos, para evitar que se hundieran. Así fue como las largas melenas salvaron muchas vidas.
A día de hoy, la expresión "salvarse por los pelos", se ha extrapolado de manera que la utilizamos siempre que nos salvamos, in extremis, de un peligro o de una acción incómoda, al igual que se salvaban los marineros de la muerte gracias a sus pelos largos.

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