viernes, 13 de noviembre de 2015

Mentalidades

Suelo respetar las decisiones e inclinaciones de la gente, siempre que estas no lleven implícitas una falta de respeto hacia mi persona. Me da igual si alguien es del Real Madrid, vota al Partido Popular y le gusta vestir con zapatos sin calcetines. Puede que no entienda a alguien que, siendo obrero, vote a la derecha, pero jamás me acercaré a él a censurarle su decisión porque la democracia, al fin y al cabo, consiste en esto. Libertad de elección y libertad de clero. Otra cosa es que me toquen las pelotas. Entonces yo, como todo el mundo, también puedo ser capaz de rebelarme.

Me gusta mucho mi trabajo. Me encanta implicarme con la empresa y sacar adelante todo el flujo de proyectos que van llegando a la oficina. Creo, además, que lo hago bien y que me he acostumbrado a un ritmo que cumple con las exigencias del guión. Lo que no me gusta es quedarme más horas de lo normal por el simple hecho de que me vean. Yo no trabajo para dar imagen sino para ser eficiente. Hay muchos otros, con una mentalidad más obtusa, que prefieren quedar bien delante de sus superiores perdiendo horas de estar en casa para ganar presencia en la oficina. Yo no sé verlo así.

Mi trabajo es muy importante y lo tengo muy arriba en mi escala de prioridades. No voy a ser insensato y dejar a un lado mi única fuente de ingresos, gracias a mi trabajo, mis hijos pueden comer y vivir en un aceptable estado de comodidad. Otra cosa es que quieran que ponga mi empleo en el lugar más alto de mis prioridades. Para mí, mi principal prioridad es mi familia, y quien no lo vea así, creo que tiene un serio problema. Es cuestión de mentalidad, y la mía no es insensata, pero tampoco es suicida.

lunes, 2 de noviembre de 2015

El debate

Es extremadamente agradable comprobar como se puede hacer periodismo serio y, al mismo, tiempo cercano y sencillo de entender. Nada de engorrosos debates ni demagógicas demostraciones de patriotismo o proselitismo. Periodismo de calle, de investigación, de razonamiento. Periodismo de verdad como el que vemos cada noche de domingo en el programa "Salvados".

Uno de sus últimos éxitos se dio en el debate cara a cara entre Pablo Iglesias y Albert Rivera sentados, ambos, ante la barra de un bar. Aunque ambos cometieron sus pecados (inseguridad uno, ambigüedad el otro), está claro que les analizaron más por sus aciertos. Y el mayor de ellos fue el de presentarse como dos personas normales. En una época en la que estamos acostumbrados a políticos que viven dos metros por encima de la realidad, se agradece la presentación de dos caras nuevas que están dispuestos a mirarnos a la cara y contarnos lo que creen que necesitamos. No lo que les dicen que creen que necesitamos.

En un país sensato, el electorado se daría cuenta de la impostura y de la novedad. Ninguno de los dos programas, ni el de Podemos, ni el de Ciudadanos, me agrada en su mayoría, pero menos aún me agrada el tener que otorgarle el poder a los mismo burócratas podridos de siempre. Gente que se ha apropiado del sistema para desfalcarlo y, después, desprestigiarlo, dejándonos a todos desprotegidos. El problema es que este no es un país serio, o al menos las indicaciones no apuntan a que así sea. Que una encuesta sí y otra también den a PP y PSOE como partidos más votados es como si nos hubiésemos prestado, voluntariamente, a un estúpido ejercicio de sodomización.

Nos encontramos con un problema radicalizado de conciencia social. El problema no es lo que los ciudadanos votan, que también, el problema, y muy grave, es que hay muchísimos ciudadanos que no votan y eso debería cambiar, más que nada porque durante mucho tiempo hubo gente que luchó poniendo en juego hasta su vida para que alcanzásemos un estátus en el que todos pudiésemos participar ¿Por qué no lo hacemos? La desidia deriva de los vendedores del producto. No es que lo vendan mal, es que no lo quieren vender. Sabemos que un pequeño porcentaje de la población acude a votar en los comicios y de ese porcentaje, la gran mayoría son como borregos que solamente eligen a papá o a mamá. En el resto, queda plasmada la imagen de una política lejana y, por ende, ellos también se alejan. Para justificar su poco compromiso suelen justificar su inactividad con una frase que, por manida, se ha convertido en recurrente y, al mismo tiempo injusta; "Es que todos son iguales".

Pues no señores, igual no son todos iguales, y el otro día un estupendo programa de televisión nos mostró a dos tipos que, quizá, y creo que deberíamos arriesgarnos, merecen un voto de confianza. Si continuamos con la desidia, continuaremos con la misma gente saqueando nuestro país y cuando no quede nada y todo lo tengas ellos quizá nos preguntaremos qué no hicimos para evitarlo.

lunes, 26 de octubre de 2015

El futuro

Llegó el día del futuro. Durante años estuvimos mirando el calendario y haciendo ensoñaciones sobre el impacto que el cine podría haber tenido sobre la vida cotidiana. A los que crecimos en los ochenta nos fascinaron las historias de aventuras ciencia ficción que, generalmente, nos mostraban a un joven apuesto e intrépido con ganas de reescribir la historia.

No sé que es lo que llegamos a imaginar el día que vimos por vez primera una recreación del año 2015 en la gran pantalla. De lo que sí nos  hemos preocupado en demasía es de comprobar cuantas de las profecías sobre el futuro no se han cumplido sin tener en cuenta de que aquella película no hablaban de Smartphones, de drones y, ni mucho menos, de Internet. O al menos tal y como lo conocemos ahora.

Creemos que el futuro nos ha pillado dormidos cuando, realmente, estamos más despiertos que nunca. Somos capaces de comunicarnos entre nosotros desde cualquier punto del planeta y sin utilizar ningún sofisticado método de telecomunicación. Tenemos acceso a información de manera inmediata. Somos capaces de vivir en tiempo real los acontecimientos mundanos y hemos aprendido a no esperar para conseguir algo que realmente deseamos.

El gran problema, si exceptuamos a los políticos, especialmente a los nuestros que viven intensamente anclados en el pasado, es la gran brecha abierta entre el primer y el tercer mundo. Mientras nosotros tenemos acceso al mundo a golpe de click, mucha gente no solamente no conoce el click, sino que no tiene comida, ni agua, ni medicina. Mientras unos han adelantado al futuro, otros siguen viviendo en un sempiterno y hastiante pasado. Y eso, desgraciadamente, no nos lo ha querido contar ninguna película.

jueves, 8 de octubre de 2015

Un estúpido y absurdo ejercicio de superación

Que estamos gobernados por un incapaz es algo de lo que empecé a estar seguro a los pocos días de su entrada al gobierno. Ya no es sólo su incapacidad para explicar el porqué ha incumplido el programa, su poco tacto con la sociedad y su mucha manida relación con los poderes fácticos. Es, sobre todo, su capacidad, diría que innata, para rozar el ridículo en cada intervención pública.

Visto lo visto, puedo llegar a entender que prefiera esconderse tras un televisor de plasma antes que dar la cara en directo ante su país. Prefiere el ridículo al escarnio. Lo malo es que un presidente del gobierno no está legitimado para esconderse. Es más, su cargo no le legitimiza a decir sandeces. Sin embargo, en cada intervención pública, en cada entrevista, en cada comparecencia, parece querer superarse a sí mismo. Un estúpido y absurdo ejercicio de superación.

La última boutade de este gobierno cobarde y sibilino ha sido la de programar las elecciones para el día veinte de diciembre. Es justo reconocer, en este caso, que la jugada es inteligente aunque canalla. Ellos saben que a menor participación, más probabilidades tienen de repetir el éxito. Y qué mejor fecha que la víspera de Navidad para asegurarse que algún millón de españoles opten por no pasar por las urnas ante la obligación o necesidad de viajar para pasar el día junto a su familia.

Comprobado y refutado que, a menor participación, existen más probabilidades de que el partido popular consiga una amplia mayoría que le permita seguir gobernando, no han encontrado mejor solución que una fecha simbólica como la víspera de la nochebuena. Luego nos venderán la burra y nos empapelarán con demagogia. Ellos son los cobardes.

jueves, 24 de septiembre de 2015

La tía Agustina

No hace mucho fui consciente de que, últimamente, estoy dedicando en este espacio más requiems de los que eran habituales. Como bien nos explicaron en nuestros días de colegio, las personas envejecen y mueren. Es el ciclo final de lo que llaman ley de vida. La puñetera vida.

Durante muchos años fue para nosotros, de carácter obligatorio, la visita a casa de la tía Agustina cada vez que acudíamos al pueblo. Nos acostumbramos a su voz aguda y a hablar con ella en voz alta porque tenía problemas de oído. En los primeros años de nuestra vida, nuestra abuela siempre nos esperaba sentada en una hamaca, en el rincón de la derecha de la salita de estar, y nos contaba sus anécdotas con voz pausada. Entonces, la tía nos sacaba un vasito de Konga y algunos cacahuetes. Pronto aprendimos a quererla como la mujer entrañabale que era.

A medida que fuimos creciendo nos fuimos convirtiendo en jóvenes despegados. De vez en cuando acudíamos a visitarla instigados por nuestra propia conciencia y por las palabras apremiantes de nuestra madre. Nosotros no éramos del todo conscientes, pero la tía Agustia iba envejeciendo y nosotros veíamos pasar la vida a través de sus palabras. Poco a poco se fue encorvando, fue necesitando una garrota y se fue acomodando cada vez más en su viejo sillón de paño.

La ley de vida se cumplió hace poco más de un mes. Un maldito ictus y la tía se nos fue para siempre. No se marchó sólo una mujer, si no una de aquellas heroínas de postguerra que hubieron de lidiar contra el hambre y las necesidades para salir adelante y ayudar a hacerlo a sus cuatro hermanos menores. Gente como ella son los verdaderos ídolos de la vida. Empeñados como estamos en fabricar ídolos de cartón piedra, olvidamos que, gracias a las gestas de la gente común, hemos podido alcanzar este estatus de libertad que hoy nos aploma el alma.

El destino me dejó una oportunidad para decirle adiós. No hacía mucho que Manuel y yo nos acercamos a su casa para volver a escuchar esa voz tan peculiar. En aquel momento no éramos conscientes de que jamás volveríamos a pisar aquella casa. Jamás volveré a tener la sensación de entrar en la salita y volver a ver a la abuela en su vieja hamaca, haciendo ganchillo en su rincón.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Patriotas

España, al contrario que Roma, sí paga traidores. Son traidores aquellos que viven con fachada de patriota pero destruyen el estado de bienestar sin remordimientos y, en la mayoría de los casos, eluden sus responsabilidades impositivas creando empresas pantalla y cuentas en paraísos fiscales para conseguir que su dinero se quede, íntegro, en su bolsillo. Ningún duro para el estado. Ese estado de cuya palabra llenan tanto la boca. Curiosa manera de ser patriota.

España es ese país donde sus políticos no dan explicaciones. Donde su único ejercicio es el de juntarse cual rebaño de ganado y votar, con la cabeza baja, lo que dicta su líder. Donde el partido y sus intereses están por encima de las personas. Ninguna diserción, ninguna voz en alto, ningún ejercicio de democracia. Curiosa su manera de ser patriotas.

Los patriotas de lo ajeno buscan el beneficio propio sin pensar a quien pisotean, presentan contabilidades opacas con descaro y sin vergüenza, no dejan que nadie les afee la conducta porque para ellos no hay más verdad que su propia mentira. Falsean cifras, hablan desde la comodidad del mercader sin escrúpulos y si salen a dar la cara es para demostrar que la tienen más dura que el hormigón armado. Si su único fin es el de enriquecerse a costa de los demás, entonces no son patriotas. Son delincuentes.

miércoles, 29 de julio de 2015

Este extraño verano

La gran mayoría se queja del calor. Hablas con la gente, cruzas miradas, palabras o gestos y todos, como si de una sinfonía en clave de repetición se tratase, te hablan del calor y los agobios como si en todos estos años los veranos hubiesen sido una eterna excursión en las tierras de Alaska.

Para mí este verano no es extraño por el calor. Calor ha hecho siempre y en el calor me he sabido acomodar como aquel Induráin que subía sobrado el Tourmalet bajo el justiciero sol del mes de julio. Si algo tiene de extraño este verano es el de la ausencia de vacaciones como Dios manda.

Cuando digo vacaciones como Dios manda me refiero a vacaciones familiares de verdad. Después de muchos años en un mismo lugar de trabajo, Sagrario se vio abocada al cambio por culpa de esta reforma electoral de hoy que prima a los empresarios sinvergüenzas sobre los trabajadores abnegados. Gracias a su constancia y su buen hacer, ha conseguido un empleo que le reportará experiencia y dinero durante el verano. El precio a pagar será el de quedarse sin vacaciones.

Me duele ver como las personas que lo merecen se quedan sin su premio correspondiente. A Sagrario le cambió la vida una niñata y para nosotros, esa vida pasa por un verano de improductividad vacacional. Dará igual, nada ni nadie impedirá que sigamos estando juntos, aunque ella esté trabajando y yo me pase medio agosto en casa e ideando lo que me gustaría que fuesen las vacaciones del año que viene.

lunes, 27 de julio de 2015

Rompe los cristales

Te has cansado,
ya lo sé.
de leyes y prohibiciones;
la manía racional
de poner limitaciones.


Pero ya no aguantas más
que te ordenen con desorden;
el rebaño ya va a entrar,
bájense los pantalones.


¡Bájense! ¡Bájense! 


Da otro paso no debes parar,
rompe los cristales si quieres entrar.
Grita al aire aunque no quiera oír
y escribe el principio donde pone fin. 


No tengo porqué seguir
el color de tu bandera.
Sólo soy un tipo majo
cuando agacho la cabeza. 


Nada te ha de suceder
si no buscas otra puerta;
si la encuentras ten cuidado
que las fieras están sueltas. 


Y las fieras ¡Vaya fieras! 


Da otro paso no debes parar,
rompe los cristales si quieres entrar.
Grita al aire aunque no quiera oír
y escribe el principio donde pone fin.




Platero y tú.






Para que esa generación dormida a quien han arrebatado el futuro se atreva algún día a romper los cristales.

viernes, 17 de julio de 2015

Matilde

Se nos sigue marchando la gente sin que ni siquiera nos hayamos planteado el ejercicio de decirles adiós. Se nos marcha la gente que nos ha marcado la vida, la que hemos visto día a día en el portal de vecinos, la gente que un día decidieron adoptarte como el amigo de sus hijos y te trato con el cariño de una persona especial.

Matilde era la madre de Óscar y Raúl. Probablemente, mis dos mejores amigos de la infancia. Durante años nos acostumbramos a sus hilarantes cambios de humor, a sus canciones tarareadas tras la ventana y a las conversaciones con el abnegado Leopoldo. Como a todas las madres del portal, la mirábamos con cariño porque en ella veíamos el mismo esfuerzo y amor que reconocíamos en nuestras madres; aquellas mujeres de hierro que vivieron por y para sus hijos.

Su marcha nos cogió de sorpresa a todos. La veíamos a menudo, casi siempre en el umbral del portal, mientras esperaba a alguno de sus hijos o a su marido, y nos contaba sus cosas, nos preguntaba y nos deseaba salud. Se echarán de menos sus canciones en el patio de vecinos, sus discusiones divertidas, sus consejos de madre. Se echarán de menos tantas cosas que nos cuesta mirar hacia atrás y darnos cuenta que, si miramos hacia delante, es demasiado poco tiempo el que nos queda para seguir reviviendo viejas historias.

miércoles, 1 de julio de 2015

Miedo

Nos atacan por la vía del miedo porque no pueden hacerlo con la verdad ni con los hechos consumados. Nos atacan por la vía del miedo porque no pueden sacar pecho de sus corruptelas, sus mentiras y sus leyes que favorecen a los más poderosos a costa de pisotear a los más necesitados. Nos atacan por la vía del miedo mientras se les llena la boca de la palabra democracia cuando nos están metiendo en el oscuro túnel de una dictadura encubierta.

Nos atacan con el miedo mientras ello siguen prevaricando, sobornando, cobrando y actuando en la sombra. Nos atacan con el miedo mientras siguen aprobando reformas laborales que hacen pequeñito al trabajador, reformas fiscales que benefician a los grandes defraudadores, reformas del código penal que coartan los derechos humanos y reformas de la Constitución que les ayudan en su camino hacia el fin de los tiempos.

No quieren una justicia independiente, no quieren que se acaben las puertas giratorias, no quieren dejar sus negocios sucios con la privatización de hospitales y la educación concertada, no quieren que las grandes fortunas se vean gravadas, no quieren renunciar a sus privilegios, no quieren un código penal que les mande directamente a la cárcel, no quieren que la iglesia deje de ser un poder fáctico, no quieren escraches, no quieren que les protestemos, no quieren la verdad. Hablan de radicalismos y ellos son los más radicales. Que no nos engañen; los que tienen miedo son ellos.