martes, 21 de febrero de 2012

El enemigo es un vago

Valencia, mañana soleada, el frío invierno aún cala huesos pero la primavera parece querer asomar sobre los tejados. En el asfalto un grupo de jóvenes reinvindican su derecho a una educación de calidad y en el ambiente se escucha el sonido de las sirenas. Hay gente, la gran mayoría, pacífica, otros, reprochados por estos, se dedican a dar la nota. Media docena de tontos hay en todas las ciudades. La policía desenfunda, pega y después, si acaso, pregunta. Inquirido el jefe de policía de la ciudad sobre la actuación, el ínclito se refiere a los manifestantes como "el enemigo". Estos malditos revolucionarios que se levantan contra el sistema ¿De qué se quejan?

Madrid, tarde apaciguada, los neones salpican las calles y las luces de freno se acumulan, un día más, sobre el asfalto de la M-30. En una conferencia ante asiduos y otros planificadores de la ruptura del estado de bienestar, José Luis Feito, directivo de la patronal, aboga por quitar la prestación por desempleo a toda aquella persona que rechace el primer empleo que se le ofrezca. Así, sin más. Estos malditos vagos que no quieren trabajar. Cinco millones nada más.

El enemigo es un vago. Aquí solamente trabajan los políticos, los empresarios y los altos cargos del Estado. Y los banqueros, claro. Ellos son los que abogan por nuestro bienestar. El resto, pobres ignorantes, parias de un país medio muerto, somos unos desagradecidos que no tenemos perdón porque aún no hemos ido a sus despachos a que nos perforen el culo. Un país de vagos, putas y maricones ¿Les suena? Hace muchos años, para "limpiar de basura" las calles, se aplicaba la "Ley de vagos y maleantes". Todos a callar y a tragar, y a dejar que la extrema derecha vuelva a llamar a nuestra puerta.

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