jueves, 8 de marzo de 2012

La esclavitud moderna

La esclavitud, como paradigma del abuso, la violencia y la explotación, se abolió en el mundo occidental hace ya algunas décadas. Desde que se aprobó la declaración de los derechos humanos, términos tan deleznables como extorsión, trata o abuso, son considerado como delito. Pero las calles están llenas de tipos que trampean la realidad, que gustan de mostrar autoridad, que cuanto más hablan menos valen porque su palabra es apología de la esclavitud.

Hace poco vi un anuncio, no recuerdo de qué país, en el que un hijo lloraba asustado cuando su padre iba a despertarle por la mañana ¿Quién es este hombre al que nunca veo? Llevo varios meses perdiéndome los mejores momentos de mi hijo, es el precio que hay que pagar para conseguirle un techo y un plato de comida. Lo triste del asunto viene no ya cuando apenas le ves, si no cuando no le ves. Llevo toda la semana llegando a casa cuando el pequeñín está dormido y madrugo tanto que tampoco me da tiempo a verle despierto.

Esa es la esclavitud moderna. La de empresarios sin látigo pero con la espada de Damocles siempre penduleando sobre nuestras cabezas y la de tipos que son meros números; estadísticas que engrosan un resultado y parte interesada aunque desinteresante del mismo. Si el resultado es bueno, ni las gracias. Si el resultado es malo, váyase a casa y no vuelva. Y encima, me dicen todos, que tengo que dar gracias. Faltaría más.

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