viernes, 31 de mayo de 2019

Gracias, Manuela

La integridad no se vende y mucho menos se compra, la sencillez no se fabrica sino que crece de manera espontánea, la educación no se supone sino que se se impone, la honradez, sobre todo, se gana con hechos y nunca con meras palabras. Los que hemos conocido a la mujer que nos cambió las miras políticas solamente podemos decir "Gracias".

Gracias, Manuela, por haber intentado hacer política con la cabeza dejando el corazón en el puño de los hombres malos. Gracias, Manuela, por haber creído en la regeneración y haber aplaudido la integración. Gracias, Manuela, por haber construido sueños alrededor de un principio y haber conseguido el aplauso de aquellos que quisieron creer en ti y no se sintieron decepcionados.

La vida es un agujero negro que engulle a los corazones más negros y tienta a los que se cincelan con piedra. Es un camino hacia la memoria donde las bifurcaciones conducen al olvido y a la retórica. Cuando alguien prefiere mirar a los ojos antes que mirar al cerebro, se gana el agradecimiento de quien le cree porque la sinceridad se vende con caramelos en una época en la que la mentira se ha convertido en la moneda de cambio más suculenta.

Los que van a apostar al verde por corromper tu legado, jamás sabrán que el corazón se gana con la mirada y se conquista con la palabra. Tu palabra, sencilla como pocas, ha condecorado actos de solución y convivencia. Fueron algunos los puntos negros y ninguna la oportunidad para corregirlos. Más allá de las ausencias, quedarán, para siempre, la absurda connivencia de las acusaciones; cabalgatas, refugiados, atascos. Nimiedades en comparación con la verdadera necesidad. Convivir, crecer, creer.

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