lunes, 6 de mayo de 2019

Una hostia para Pablo

Uno pensó que con las siglas lo tenía todo ganado, que llevaba la camiseta y el escudo del equipo ganador y que no hacía falta cambiar de estrategia. Creyó que los resultados de 2016 eran los válidos, que la moción de censura fue obra de cuatro antipatriotas y que las encuestas eran una chufla porque quien iba a venir a derrotarles a ellos. Así que no cambió un ápice de posición y se dedicó a enfrentarse con el mundo sin darse cuenta que, para la intendencia, la derecha ya había generado otro partido aún más cruel que ellos. Siguió por el bosque con los ojos cerrados, se acabaron los árboles y llegó el abismo. Cuando quiso darse cuenta ya estaba cayendo al vacío.

El otro pensó todo lo contrario, es decir, si no nos ha funcionado el ir de rebeldes, quizá nos funcione el ir de monjes zen. Se presentó en los debates con tono calmado y apelando a la carta magna. Todo muy bonito sino ocurriese una cosa de la que se han encargado entre todos y ellos mismos no han sido capaces de mitigar: ya nadie les cree. Es como aquel dicho que dice que entre todos le mataron y él solito se murió. El partido que llegó como un ciclón, que conectó con una mayoría de jóvenes hastiados por la vieja política, murió de inanición mientras dejaban que desde fuera le creciesen los bulos y, desde dentro, les creciesen las conspiraciones. Entre chalets, dimisiones y verdades mal gestionadas, se fueron apagando y cediendo ese voto desencantado al viejo PSOE, el partido que al final siempre termina pasando la escoba por la izquierda.

Y así le fue a los dos Pablos, con una hostia para cada uno. A uno con el derecho y al otro con el revés. Uno tiene fuerza fundacional y apoyo mediático para reengancharse, al otro apenas le quedan balas, por lo que tendrá que jugarse el todo o nada en una negociación con el gobierno desde una posición de limitada presión. Podrán jugar la carta del progresismo, como ya lo hicieron en campaña; presión fiscal a las rentas altas, subida del salario mínimo y universalidad de la educación y la sanidad. Y las pensiones; en el juego de la senectud está la clave de un gobierno que debe encontrar apoyos para no volver a caer en la duda. Ahí tendrá a los Pablos; uno dándole la mano y el otro dándole un empujón hacia el vacío.

No hay comentarios: