miércoles, 8 de mayo de 2019

Valencia en familia

Los viajes en familia son una bonita esquirla en la memoria, una buena manera de construir un pasado y una plataforma perfecta para seguir labrando el futuro. Porque los viajes en familia son una manera de descubrir miradas, una forma de elaborar misiones y una posiblidad de tejer recuerdos en forma de instantes e instantáneas.

Nuestra última aventura como familia ha sido en Valencia en un puente en el que el tiempo no ha acompañado del todo pero en el que se ha demostrado que, cuando hay ganas, no existen los impedimientos, y si no que le pregunten a Pablo por su baño en el mar cuando las nubes cubrían el cielo y la incertidumbre gobernaba el termómetro.

Solo ver a Pablo disfrutar de la playa o a Ángel señalar un tiburón hace que el viaje merezca la pena. Cualquier viaje, si son ellos los que disfrutan, merece la pena. En un lado secundario quedan la alergia, el resfriado o el cansancio. Algo que me hace pensar en aquello que dicen cada vez que eres padre y es que serlo te cambia la vida. Lo que si consigue, al menos, es hacerte cambiar las prioridades pasando tu felicidad a un plano secundario ¿Eso cambia la vida? Diría que sí.

Una de las cosas que más me gustaría hacer es viajar, pero siempre por alguna cuestión económica no podemos hacerlo con la frecuencia que nos gustaría. Por eso estos pequeños viajes que nos regalamos de vez en cuando nos saben a regalo, por eso tratamos de exprimirlos al máximo aunque casi siempre terminemos agotados. Pero, bueno, ya sabemos todos que sarna, con gusto, no pica.

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