viernes, 24 de julio de 2020

La deslealtad

La deslealtad es mirar hacia otro lado cuando las circunstancias te exigen mirar de frente, es clavar una puñalada moral por la espalda del enemigo cuando este trata de hacer su trabajo, es interrumpir la concordia con discursos incendiarios, es limitarse a cerrar la boca ante los propios cuando no haces más que levantar la voz ante los ajenos. La deslealtad es un muro de inconsciencia que choca con la conciencia cada vez que llega una reprobación o cada vez que asoma una necesidad de cambio.

Deslealtad es sugerir la grandeza de tu patria cuando desdeñas la necesidad de sus ciudadanos, es alimentar el odio hacia quien te gobierna con manuscritos incívicos remitidos a líderes ajenos, es mentir por derecho y apropiarse de lo que no es tuyo, es practicar la genuflexión ante los más poderosos siendo incapaz de mirar a los ojos a quien realmente te necesita. Deslealtad es interrumpir y oprimir, es bloquear y, sobre todo, practicar la vileza con la bajeza más ruin.

Pablo Casado es un político atormentado por la derrota, es un vendepatrias disfrazado de salvador, un demagogo de discurso fácil y palabra ensayada, un repetidor de frases que es incapaz de soltar un discurso y convencer por la vía del dato certero. Un jugador de póker sin ases que tira órdagos sin sentido, el pastor de un rebaño que se le está descarriando hacia la extrema derecha. Y, como ha demostrado durante estos últimos meses, es también un político desleal.

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