miércoles, 22 de julio de 2020

Patas arriba

Hay reformas que hay que acometer, momentos que tienen que llegar, pequeñas revoluciones en la
cómoda cotidianidad que tenemos que terminar aceptando porque el tiempo pasa, las cosas se desgastan y todo, hasta las casas puestas patas arriba, termina volviendo a su ser, porque todo es cuestión de trabajo, paciencia y espera.

Han pasado doce años desde que empezamos a vivir en nuestro piso y no habíamos vuelto a pintar desde entonces. Lo que suena a barbaridad se había convertido en algo parecido un desastre. Entre aquel julio de 2008 y hoy han pasado muchas cosas y, sobre todo, han pasado dos niños que, con su inquietud y su ingenio, terminaron poniendo las paredes como un cuadro de Picasso o como el mural de un taller de coches.

Así que, tomada la decisión, solo quedaba esperar el momento. Ayer estuve en casa un rato por la tarde y aquello parecía la selva de borneo. Un bosque de plásticos y papeles me impedían el paso entre las habitaciones y, tras coger las cuatro cosas necesarias hice algo que, aunque planeado, no tenía simbólicamente preparado por la vía mental: regresar a la infancia.

Anoche volví a dormir en mi cama de soltero. En la habitación de la casa de mis padres donde pasé mi infancia, donde aprendí a soñar, a contar, a reír, a cantar canciones en el viejo equipo de música mientras mi madre preparaba la comida y mi padre fumaba un cigarrillo tras otro. Recordé aquellos tiempos en los que vivíamos siete en setenta metros cuadrados y los tres hermanos dormíamos, apelotonados en la misma habitación. Evocaciones apagadas por el silencio y el calor. Ayer estaba yo solo y además el sueño terminó de romper la magia del recuerdo. Volví a dormir en mi lugar de siempre y mi madre no estaba para hacerme de despertador.

Hoy regresaré una vez más. Será una penúltima vez porque la última nunca debe existir en nuestros propósitos. Los pintores tendrán el piso casi acabado, la casa seguirá patas arriba y yo regresaré a la infancia para volver a dormir en la cama donde tantas veces soñé despierto. Allí estará siempre mi vida, allí estará siempre ese lugar que habremos de tener para regresar y poder cobijarnos cada vez que la vida, como los lugares comunes, se ponga patas arriba.

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