martes, 7 de julio de 2020

La voz del amo

La libertad de prensa llega hasta donde alcanza la voz del amo; esto ha sido así siempre, por más periodistas buenos e independientes que haya habido y, seguramente, aunque cada vez menos, habrá. Generalmente, hasta estos últimos, se han visto siempre ceñidos a una línea editorial, porque la información, como tal, no se puede descolocar, pero sí se puede manipular. Todo hecho, importante o no, tiene el matiz del enfoque y, sobre todo, el tamiz de la opinión, por lo tanto, todo es susceptible de ser manipulado en cuando uno puede contar las cosas como le de la gana.

Hace tiempo que vengo viendo en Vicente Vallés un particular sesgo ideológico. Podría ser criticable si se tratase del presentador de un telediario en una televisión pública, allí donde, supuestamente, y lease la ironía, toda información debería ser objetiva e imparcial. Pero se trata del presentador de un informativo de un medio privado que decide tener una línea editorial. Y hasta aquí llega el periodismo. Si no lo hace Vicente Vallés lo hará otro y está claro que Vallés se gusta y se relame. Si no existen códigos deontológicos ni existe la transparencia, entonces el espectador puede escoger seguir allí, dejar intoxicarse con una línea editorial determinada y depositar su voto en la opción que crea más conveniente, o puede elegir otro camino, otros canales y otras maneras de informarse. Ninguna de ellas, por cierto, estará fuera de la cúpula que delimitan los sesgos ideológicos.

Ahora bien, que alguien pueda sentirse ofendido por una línea editorial puede ser comprensible y respetable, incluso debatible si se hace en términos respetuosos, pero desde donde no puede llegar el señalamiento es desde un partido político, menos aún si está en el poder, porque así se distinguen los opresores y porque, al fin y al cabo, le estás diciendo que en el fondo eres como ellos, un censor, un denunciante y un manipulador. Que sí, que en el fondo Echenique tiene razón y este periodista lleva años intentando desprestigiar a Podemos por el método de la puyita y el sesgo informativo, que está claro que alguien tenía que decirlo, pero quien lo haga, no debe estar ligado al gobierno y si se hace, debe estar presentado con denuncia previa porque aquí nadie debe arrimar un ascua sin sardina.


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